Principales miedos ante una prostatectomía radical
La prostatectomía radical es la cirugía que se realiza para extraer, de forma completa, la glándula prostática y algunos tejidos alrededor de ésta, como vesículas seminales y/o ganglios linfáticos. Está indicada cuando el paciente padece un tumor que debe extraerse para evitar que se disemine en otras zonas del cuerpo.
Existen diferentes técnicas para realizar una prostatectomía radical:
- Cirugía retropúbica o perineal: Se realiza una incisión debajo del ombligo o en el perineo para llegar hasta la próstata.
- Cirugía laparoscópica: Se realizan varios cortes pequeños en lugar de uno grande. A través de esas incisiones se introduce equipo especial que permite observar y extraer la próstata.
- Cirugía laparoscópica asistida por robot: Se realiza con el apoyo de un robot que el cirujano guía, a través de una consola de control, para que los brazos robóticos sigan sus movimientos delicadamente. Esta cirugía no se puede realizar en cualquier hospital ya que existen pocos robots en el país. Su médico le dirá dónde es posible realizarla.
¿Cuáles son los posibles riesgos y efectos secundarios de una prostatectomía radical?
- Sangrado
- Incontinencia urinaria
- Disfunción eréctil
¿Por qué pueden ocurrir estas complicaciones?
Cuando las cirugías son abiertas, el riesgo de sangrado es mayor, por eso los pacientes suelen, optar por opciones laparoscópicas o robóticas, para reducir ese riesgo durante la cirugía.
Por otro lado, extraer la próstata implica separarla cuidadosamente de zonas importantes que regulan la continencia urinaria y la función eréctil. Este es un trabajo difícil y minucioso. La técnica, el equipo, la pericia y experiencia del cirujano son indispensables para reducir riesgos en medida de lo posible. Aunque las complicaciones quirúrgicas siempre existirán en cualquiera de las técnicas, un cirujano con experiencia en la técnica que ofrece, permitirá que el paciente pueda tener una cirugía más exitosa.
¿Puedo evitar una prostatectomía radical?
Es importante contar con un correcto diagnóstico antes de realizarla. En caso de que el diagnóstico confirme la necesidad de retirar la próstata, debemos considerar el costo – beneficio. No retirarla cuando hemos confirmado que es momento de hacerlo, puede comprometer incluso la esperanza de vida del paciente. También postergar el procedimiento puede hacer que el caso se complique y que la cirugía sea de mayor riesgo.
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